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'Amárrenos, pensamos...' |
Ah… los amantes de las locuras de los otros, aquellos que dicen que si uno piensa es un anormal, que si uno no piensa
es anormal pero en otros términos, que si uno anda triste ya es depresión
mestruante, que si uno anda feliz es que es maníaco, si uno se levanta con el
genio por fuera es que ya es psicótico y así puedo continuar por los siglos de
los siglos. ¡Idiotas!
Porque ellos lo saben todo y pueden hasta
retenerlo a uno con alguna ley extraña o emitir conceptos sabiendo que sus vidas
están llenas de huecos y demás, donde todo lo ven con el cristal cortado de
unas teorías venidas de mentes más retorcidas que las de ellos mismos, no voy a
hablar de los ‘doctores’ en psicología porque ¡NO SON DOCTORES! Al menos los
primeros sí se quemaron las pestañas y no andaban leyendo a Paulo Cohelo para
presentar un examen con libro abierto.
Pues bien, he aquí otro loco que se reúsa
a rendirles pleitesía y a verlos como iluminados; sí, soy algo colorido y qué,
no significa que puedan encerrarme arbitrariamente para ponerme a pintar o a
hacer vasijas con mocos o con UHU como lo hacen con aquellos que sí están locos,
como aquellos pirómanos y demás; además a estos soperútanos ¿quién carajos les
dio el derecho de juzgarnos, solo porque tienen un papel colgado en la pared? ¿Solo porque se ponen una bata blanca como un heladero o un carnicero de la
cabeza?
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'Siga no más para su lobotomía' |
Porque lo normal es estacionarse,
conducir y comprar, y reír como un soberano imbécil a lo que digan todas las
personas, no decir ninguna verdad porque ya se ofenden por cada nimiedad o
verdad, ver televisión y tragarse como un pepino gigante toda la basura que
muestran para embobar a las mentes y adoctrinar a cada pela gato que mira
novelas y demás, y comer y trabajar como unos entes que fueron masticados y
escupidos para luego ser pisoteados hasta en la más mínima humanidad de sus
mentes.
¿No se dan cuenta de cómo es este puerco
mundo con tantas revolturas? Cada día es una prueba agonizante como balancear
un bote de agua hirviendo en el meñique sobre la cabeza mientras la gente te
golpea las bolas (o los ovarios, a gusto del cliente) y el trasero.
¿Creen que estoy loco? Tal vez, en mayor o
menor medida que los demás, pues la única enfermedad que tengo es la vida
moderna, un eterno sufrimiento de ineficiencia e inoperancia y miseria que es
un largo desfile de decepción, desaires y engaños, exclusión, frivolidad,
traición, bobería, badulaques y vendedores de mentiras compactadas como una
lata de atún rellena de porquería, todos haciendo cada día tan divertido como
apagar un auto en llamas con la lengua en donde aún si uno tiene la suerte de
la posibilidad de un poco de placer como digamos que una operadora telefónica
ninfomaníaca con el control muscular de una acróbata rusa, esta misma te saldrá
atracando para así completar el círculo de la miseria en el que vivimos.
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'Posando para luego rascarme las pelotas' |
También esa ‘bella vida’ nos trae
taxistas vándalos o ladrones (casi todos, no se engañen) que preferirían
arrancarnos la garganta con una llave inglesa o dejarnos medio bobos
golpeándonos con el taxímetro adulterado que llevarnos sin rechistar a nuestro
destino, o esos parásitos que arreglan huecos en las calles que prefieren
rascarse las pelotas y olerse los dedos después de ese ‘magnánimo’ ejercicio que hacer su
mísero trabajo mal calificado de echar tierra a un puto hueco, o que te toque
la suerte de conocer a un nuevo brujo de santería que te golpea con su bastón
de mando (ah esos son los de la Pacha Mama) y te deja un morado del tamaño de
una bola de baloncesto a la que solo le falta un autógrafo de Michael Jordan
para cerrar con broche de oro el abuso del animal al volante.
Y aún con toda esta miseria acumulada
tengo el valor visceral de levantarme de mi cama a revivir día a día ese sufrimiento
agónico que me golpea hasta los intestinos sabiendo bien que cuando finalmente
muera y me ponga la pijama de palo ni siquiera estaré ahí porque algún
estafador me robará el ataúd y luego venderá mis órganos, mi hígado, mi corazón
y cualquier otro órgano medianamente sano para los tales santeros y para seguir
esquilmando incautos de poco cerebro y anchas billeteras, prestos para pagar
cualquier dinero así sea prestado para atar al ser amado o para ganar la
lotería de la Panchita.
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'Miren la cara de pelutuda que tengo' |
Por eso alguien se preguntará ¿por qué
demonios alguien puede aguantar la supuesta cordura del mundo ajeno a la
humanidad en el que vivimos mientras que la ‘naturalidad’ juega sucio con todo
aquello que nos es querido o al menos apreciado? y ¿luego se preguntan por qué
parezco loco?
Esa locura es la única que me permite
sobrevivir a semejante espectáculo dantesco que se presenta a nuestros ojos
cansados de ver pantallas o de esquivar buses de la muerte, es lo único que me
aleja de comprar un raticida para llenármelo en las tripas para no levantarme
más a este infierno lleno de gente idiota o/y vacía que deambula como zombies
bien entrenados para la satisfacción de un sistema al que le importo un bledo
(por no decir un culo).
Aunque debo admitir que yo también quiero
pertenecer a esa masa amorfa de alegres zombies estúpidos que se ríen de cada
cosa que diga la gente hueca que abunda en espacios reales o virtuales con
chistes más antiguos que su misma miseria, un imbécil más que mire las telenovelas
de cualquier canal para apagar por fin la ‘pensadera’ con historias fútiles de
narcotraficantes, violadores o asesinos, o asesinos violadores con acordeón, o ¿no se acuerdan de la vida que segó el bienaventurado parlante ese que tiene
hijos a diestra y siniestra, el tal Diomedez no se qué (evitando demandas)?… el
fetichismo de ver ignorantes en la caja boba.
Pero bueno, para eso están los
psiquiatras, para medir con su vara a quienes están en su grado de cordura
estúpida y para juzgarnos a los demás como locos disvariantes que merecemos
estar institucionalizados y de paso drogados para conveniencia de la sociedad
de idiotas y, obviamente, para sus abultadas billeteras que les permiten
mirarnos por debajo del hombro al creerse los reyes de la colina.
¡Fin del Comunicado!
P.D.: Por favor, 'de por Dios o por la Virgen', oféndanse, igual me importa un soberano pepino lo que piensen algunos, cada uno tiene sus verdades y no es mi trabajo cambiarlas... Ah, y 'bloquemen', ¡igual ya tengo experiencia!
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