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"Allá nos veremos" |
El día en que me muera, la rosa que engalana, se vestirá de
fiesta con su mejor color (ay chanfle, eso es de una canción… me confundí).
Escribo estas letras no para ponerme en modo emo, ni más faltaba, tampoco como
obituario o testamento, cosa bastante difícil la última porque debo decir que
en realidad no tengo ninguna posesión material más allá de mí portátil y mis
deudas infinitas.
Pero hay que aceptarlo, a todos nos llega la hora negra, la
hora triste, la hora fatídica en la cual debemos partir para otro lugar, sea
cual fuere el nombre que se le dé a este (es raro, todos quieren ir al cielo,
pero nadie quiere morir): Valhala, Cielo (de tambores), Nirvana (espérame Kurt)
u otro nombre creado por el mismo hombre, esos lugares que están llenos de
placeres (que se niegan en vida, que cosa más absurda) y de vírgenes que
restituirán a todos aquellos que mueren por la justicia (sigo diciendo, qué
ridiculez: sufre acá que allá se le paga después), quienes mueren por una
verdad fiada… aunque, si he de ser totalmente sincero, no creo ir a ninguno de
esos lugares, más bien creo que estoy destinado a ir a un lugar más cálido y de
brasas ardientes, con un señor bi … bicornudo y con patitas de puerco, un señor
que hace las delicias de ese lugar efervescente y bullicioso.
Pues debo admitir que mi vida no ha sido un dechado de
virtudes, más bien ha sido un desechado de pendejadas, sean gráficas, escritas
o habladas. Por eso no creo que deba más que acostumbrarme al calor eterno y al
abrazo de toda esa parranda de señores rebelados contra la autoridad (cosa que
me gusta). Sé casi a ciencia cierta que mi destino será el del camino de abajo,
el que es ancho y amplio, aquel que está empedrado con buenas intenciones; si
es que toda la mitología y la religión (o cualquiera de las dos, me parece que
son lo mismo) están en lo correcto, lo obvio para mí será ir al sitio
incorrecto, al sitio del cual no escapa ni Mandrake (ni con hojas de
mandrágora), a ese sitio de tormentos sabrosos ingeniados por el ser más
perfecto que hay en el universo (así lo hizo el Señor, que ahora no lo niegue).
El calor y las llamas serán mis únicos compañeros por toda
la eternidad, tendré que acostumbrarme al cálido abrazo de Satanás, Belcebú y
Azrael quienes estarán siempre dispuestos a cobrarme en el alma cada uno de los
pecados que he cometido, todos, ya sean por acción u omisión, por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa, aunque no rezo a Santa María siempre Virgen, ni a
los ángeles (de Charlie), ni a los santos (dueños de El Tiempo), ni a vosotros
hermanos para que intercedan por mí, ya que sencillamente algún día hay que
pagar la cuenta por los actos descarnados o carnales que comentemos.
Es que me imagino ese delicioso y apetecido lugar: luces
rojas como las de un cabaret de mala muerte (o como las de Salsathèque),
paredes incandescentes formadas solo por llamas y fuego que nunca se apaga
(como el twitter de Uribe), almas en tortura eterna viendo Sweet o “El
Lavadero”, gente sin ojos por haber leído las columnas de José Obdulio Gaviria
(el primo del mal), seres desgarrados a punta de machete como lo hacen en
Córdoba, otros descabezados que serán solo víctimas ahora no inocentes de Rito
Alejo del Rio, mujeres y niños torturados hasta el cansancio por Plazas Vega,
cuerpos destrozados hasta las entrañas después de que se les siente Yidis
Medina en su pobre humanidad ahora inmortal para pasar por los mismos tormentos
una y otra vez.
También veré a muchos de la política nacional, v.g. veré reptando
y comiendo lo que se le atraviese a Roy Barreras, a Armandito soplándose todo
lo que encuentre a su paso y, de paso, me tocará aguantarme miles de serenatas
de Lucerito Cortés, quien con lágrimas en los ojos rezará en ese lugar cálido
como su pecho por el regreso del mesías del mal.
Espero encontrarme allá con el patrullero de la noche de
R.C.N., a quién alguien ya habrá denunciado por su payasada de eternas
proporciones cada vez que se arremanga el casco en señal inequívoca de
compromiso con la chismosería sobre ruedas, con las ganas de siempre estar
acusando con su dedo enfundado en guantecitos, en escarpines, a todos aquellos
que quieran llegar más rápido a su casa violando una que otra ley de nuestra
patria boba o aquellos que no tengan más remedio que utilizar nuevas
estrategias motorizadas para ganarse el pan diario. Estará allá no solo él sino
todo su equipo, ese que hace poco fue inmovilizado por conducir en estado de
embriaguez en la camioneta que usan para perseguir cual inquisidores a los
demás mortales; yo no me quedo callado, denuncio!
Por allá también nos veremos las caras con Claudita
Gurisatii quien hablará sin respirar todo el tiempo para llenarse la cabeza
cada vez más de aire caliente y de azufre como el que ventila todos los días en
su programita. Los comentaristas deportivos no podrán tampoco faltar allá,
aplaudiendo y ensalzando cada monería cuando el equipo local (me imagino que el
América de Cali, que sigue descendiendo) gane cualquier pendejada, pero
crucificando a más no poder a los jugadores después de una sufrida derrota.
Solo sé que estarán todos allá presentes hablando sus babosadas sin fundamento
bajo la batuta del doctor Vélez quien triangulará y aumentará la “saltabilidad”
de todos sus congéneres hasta que desarrollen un estilo más propio que el de
él.
Más que seguro también estoy que Shakira estará por esos
lares de mala muerte, maullando y trinando sus alaridos como solo ella lo sabe
hacer, cambiando en cada momento y con cada nuevo novio el acento y las mañas,
puesto que es “tan colombiana” como Colombiana: La Nuestra. Eso sí, deberían
hacerla vestir todo el tiempo como en el video de “Magia”, cuando salía en un
trajecito quinceañero y con el capulete adornando sus cienes.
Y aunque no lo deseo, también sé que muchos de mis amigos
estarán por allá, aquellos que me indujeron o se dejaron inducir por la bebida,
las drogas y las mujeres (no digo que ellas sean malas, es lo que les hacemos).
Aquellos que son mis amigos y cofrades a las horas de la juerga y de la beberejua.
Eso sí, espero de manera fehaciente que muchos, si no son todos, mis enemigos
vayan para allá y verles las jetas de una manera más chamuscada, aquellos a
quienes no les caigo bien, que me detestan, que me critican y que no me caen
bien. Bueno, y claro es que también una que otra ex novia andará por esos
lares, pero no entraré en más detalles.
Así que, como dice el rezo, no temo ir ni al cielo ni al
infierno, tengo amigos en ambos lados… y eso es bueno, al menos tendré alguien
con quien hablar y con quien quejarme de los trinches y de los sables, de los
carbones ardientes y de los consejos comunales de Uribe que nos hará ver día y
noche, aquellos en los cuales se lavará las manos con Poncio Pilatos cada vez
que uno de sus amigotes caiga presa de la justicia.
Salud por todos los condenados, sea por la justicia
terrenal, la internacional o la divina!
P.D.: Cómo carajos no voy a saber que al infierno me iré el
día en que salga de este mundo si una vez, fungiendo de hombre correcto en mis
fidelidades (estúpidas por cierto), tuve ante mí la opción de tener sexo o de
quedarme con un PlayStation 3 y elegí jugar incansablemente con el artilugio
durante todo un mes? Díganme amados radio escuchas si eso no es digno de un
castigo divino!
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