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'Paila la mocha, ahora sí fue...' |
La campaña política de Colombia está que
arde y que revienta: gritos por un lado, latrocinios por otro,
despotricamientos y llamados a la unidad dentro de uno u otro partido están a
la orden del día; desayunamos esos platos tibios y digerimos hasta donde
nuestras filiaciones políticas nos lo permitan y hasta donde nuestros sesgos
nos lleven, pero realmente no hay nada nuevo bajo el firmamento.
Los políticos son como la energía: ni se
crean ni se destruyen, solo se transforman, se transforman dependiendo de hacia
dónde sople el viento político y sobretodo el económico: si la gente quiere
paz, pues nos sentamos con el M-19 y hacemos una constitución con ellos, si la
gente quiere guerra, pues reelegimos a un presidente que ama la sangre casi
como enriquecer a sus hijos, si necesitamos más poder en las regiones, buscamos
al que nos da mermelada, si tenemos hambre de poder, apoyamos a aquel que no es
más que otro títere movido por hilos muy visibles. Y ahora, con la puja presidencial más
caliente que nunca, vuelven las tácticas que ya conocemos muchos dentro de las
políticas de seguridad que nos dejaron miles de ‘falsos positivos’ y otras
deleznables prácticas: escuchar y ‘pinchar’ al otro.
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'A por más' |
Más allá de que sea una flagrante afrenta
a la intimidad de cada cosa, de las personas e incluso del estado, es aberrante
ver que no pasa nada real para corregir eso: algunas cabezas medias renuncian,
el de abajo (que se creía lo máximo) va para la cárcel a negar las pruebas que
tienen en su contra, y los de arriba, frescos como una lechuga, se rasgan las
vestiduras viendo la paja en el ojo ajeno pero evaden la viga en el propio y
niegan toda relación o vínculo con aquellos que les sirvieron, como dice el
conocido refrán ‘mal paga el diablo a quien bien le sirve’.
Para poner un ejemplo de otro país, en
los Estados Unidos hace mucho tiempo ocurrió un caso que vale la pena recordar
a propósito de esto: un presidente decide espiar a la oposición y miente (como
se debe hacer en política en esos bochornosos casos) y después queda al
descubierto, ¿qué es lo que pasa en ese momento? Salvando algo de su llamada
‘dignidad’ decide renunciar a su presidencia gracias al bien conocido escándalo
‘Watergate’. Eso pasa en países de verdad o someramente coherentes, pero en la
política de mi república bananera eso nunca va a pasar.
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'Si lo hago yo, no es ilegal' |
Todos se lavan las manos y sigamos en la
fiesta, el bobo al hoyo y el vivo al baile mientras los demás siguen en su día
a día y se olvidan de lo que acontece en realidad. Se hacen llamados desde esas
esferas corruptas a retomar el rumbo, a hacer un cambio siendo que son los
mismos con las mismas o, en un caso más aberrante, los hijos y esposas de
detenidos por toda clase de crímenes contra el erario o contra la vida. Nunca
se ha levantado nadie a decir con sinceridad y con valor de verdad, del que
tanto se ufanan, ‘sí, yo fui quien hizo eso, lo siento’… ¡Jamás! Las FARC
hablan de ser la voz del pueblo pero lo masacran y luego hablan de ‘daños
colaterales’ que en otras palabras es un ‘jódanse’ en toda la cara; las fuerzas
militares jamás admiten un crimen, lo llaman ‘error táctico’ como en el caso
del grafitero que tiene más arandelas que verdades para cuidar las espaldas de
aquellos que le dispararon por la espalda; los políticos incluso más descarados
hablan de que un mejor futuro es posible siempre y cuando hagamos exactamente
lo que ellos quieran y tapemos los ojos frente al enriquecimiento de sus
familiares o que salgan a negar cualquier parentesco con detenidos en cárceles
americanas o amistades con muertos famosos como Escobar Gaviria.
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'Yo no fui amigo de Uribe ni cuando estaba de moda' |
Así pues, el panorama de la sinceridad y
la honestidad en el país del Divino Niño pinta bastante nublado, pero solamente
me pregunto, si en verdad hubiera un juicio someramente parecido a los de
Núremberg y saliera algún verdadero ‘patriota’ (virtud que usa cualquiera con
tal de bañarse en gloria y dinero) a decir las lacónicas palabras que usa el
doctor Ernst Janning, alguien que de verdad se condoliera por el mal que hizo
al ser partícipe de hechos ignominiosos ya sea de palabra, obra u omisión:
‘No es fácil decir la verdad, pero si hay salvación para Alemania aquellos
que sabemos de nuestra culpabilidad debemos admitirla, a pesar del dolor y de
la humillación.’ … ‘Soy consciente, claro que soy consciente… Mi abogado dice
que no sabíamos nada del exterminio de millones y eso le daría una excusa de
que tan solo sabíamos del exterminio de unos cientos, ¿eso nos hace menos
culpables? ¡Quizás no conociésemos los detalles, pero si no supimos FUE PORQUE
NO QUISIMOS SABER!...’
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'Buena reflexión' |
Ellos son culpables, no lo duden, de
fraguar miles de ardides para mantener el poder, para minar a la oposición y
para desaparecer al molesto siempre que haga falta y eso no les hará perder el
sueño o siquiera sonrojarse al momento de alguna pregunta incómoda, ellos
seguirán lucrándose y gritando ‘Traidor’ a todo aquel que en verdad sí tenga un
somero amor por la patria contando lo que en verdad sabe.
¿Será que hay alguien así? En la vida
real no hay escritores ni actores, solo protagonistas que prefieren callar que
enfrentar a la verdad.
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