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"Dije que nooooo!" |
Este año ya se acabó, maldito 2012 no
trajo nada interesante para la humanidad, ni los mayas, ni el cinturón
fotónico, ni la princesa del Japón (pom pom pom poooom), ni los reptilianios ni
a Nibiru ni los tres días de oscuridad, ni nada… otro año internacional del
olvido.
Claro que hubo cosas buenas, como por
ejemplo ver la carota de idiotas de todos los que promulgaban el fin del mundo
y compraban velas aromáticas y lociones de sándalo para librarse del demonio y
de sus cofrades, fue bueno ver como la superchería y la estupidez colectiva se
apoderaban de las mentes inferiores con el pretexto de acabar con el mundo
(como si le faltara poco para que lo acabemos). Fue genial ver como una vez más
la ciencia prima con su luz diáfana sobre la sombra pútrida de la ignorancia.
También vimos las actuaciones desastrosas
de tantos personajes de la política como la de Petro y su estado fallido, a
Luchito jodiendo la vida y no sabiendo dónde carajos aterrizar con sus monerías
pendejas, al vicepresidente y su festival internacional (e inter-chorizal) del
humor, a los verdes diciendo pendejadas (como siempre), a Simón el bobito
firmando sin leer, al procurador que procura mucho meterse en el útero de las
mujeres con su poder mesiánico y muchos más hermosos “calados” de los
congresistas excrementales.
En lo personal sí me dejó algunas cosas,
no todas las que quería, pero me dejó mucha diversión de todo tipo: diversión
corporal, mental y psicológica; me dejó satisfacciones y enseñanzas, como la de
nunca dejar la ventana abierta en invierno, que la decencia viene de la cuna y
no de una cucharada de bienestarina o del Tarrito Rojo, o que tratar de educar
a la chusma es casi imposible. Pero me dejó, aparte de todos esos apartes, una
graciosa lección que quiero implementar para este próximo año: el NO.
Porque no nos hagamos tarugos, yo no nací
para ser mujer (como lo dijo sabiamente mi madrecita santísima): soy
descuidado, facilongo y de moral distraída (bueno, eso en algunas mujeres
también está presente), no me mido en nada de lo que hago, pachangueo mucho y
no me niego a nada (como una cualquiera).
Es que decir esa pequeñísima palabra
negativa es muy difícil mis amados cofrades, y no es porque yo necesite
aceptación de nadie (no necesito felicitaciones, mi propia aprobación es
suficiente para mí) ni porque le deba algo a alguien, simplemente decir “no” se
me dificulta mucho. No me niego a nada (ni a nadie) y no tengo límite en mi
espíritu dativo hacia los demás, mejor dicho, casi un santo.
Pero ya me cansé, me aburrí, me fastidié
y sobre todo me mamé de decirle que sí a todo: me puedes ayudar con esto?
quieres ir a tomar? salimos a hacer nada en el metro? hacemos cositas? Me
perdonas? y más perlas por el estilo me sacaron de quicio, acabaron con mi buen
genio y ahora diré: NO.
Debo decir que yo soy muy buena gente
(gueva gente mejor) y pues quiero hacerle el bien a todo el mundo (inserte
lágrima aquí), pero es que en verdad se pasan… una cosa es hacer un favor y
otra que te cojan de pendejo… que sepas arreglar algo o que seas bueno en algo
no significa que tengas que ayudar a todo el mundo, faltaba más; lo más triste
de la situación es que cuando ya no estés dispuesto a hacer algún favor vas a
salir a deberle al individuo “conchudo” de turno. Frases como “cómo has cambiado”,
“ay ya no te importo” saltan al primer rechazo, olvidando claramente que es un
FAVOR, te voy a hacer el favor infeliz!!!
Por ello ahora acepto, “I embrace”, esta
nueva teoría del NO, de decir no, de ser asertivo, y no como una política del
negativismo ni del pesimismo, NO, como una política de estado bien definida
para mandar a la recalcada concha de su madre a todo aquel que se quiere pasar
de “piña” conmigo (si yo sé, es una palabra horriblemente costeña pero eso no
la desvalora), que se vienen a disfrazar de víctimas o de agraviados cada vez
que uno NO quiere o NO puede hacer algo.
No puedo, no quiero, no se me da la
regalada gana, no estoy, no voy, no te voy a aceptar más en el Facebook, no te
voy a llamar más, no te voy a contestar, no me pica la lengua para decirte
gorda (no me gustan las gordas), no aguanto que seas tan ñero, no me gustas, no
voy a hacerte nada porque estás horrible, no voy a ir porque vives en la
mismísima mierda, NO, NO y NO será mi palabra monosilábica de este año 2013 la
cual pondré en práctica desde el 1ro de enero de ese año impar que se aproxima.
No voy a dar explicaciones porque NO se me antoja!
Y así, con esa vaciada, con ese costalado
de “NO” me despido de este año malicioso, de este año que me provocó risas y nauseas,
que me trajo de todo y para todo, que me dio una satisfacción llana que no
analizaré acá pero que me hace cagarme de la risa cada vez que la recuerdo,
pero que me quedó debiendo algo chiquitito y flaquito (repito no me gustan las
gordas) de magnas proporciones que me soñé todos los días, de algo delicioso,
realmente delicioso, que tengo entre manos…
Sin más que decir, en mi última frase, utilizaré
por ahora la palabra antinómica del año y diré, al sonsonete de Joselito: Yo si
olvido al año viejo, porque no me ha dejado cosas muy buenas, ni me dejó una
chiva ni una burra negra ni una yegua blanca ni una buena suegra…
Fin del Comunicado.
P.D..: NO, NO voy a poner posdata! NO!
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