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"Faze cola para ir al Brasil" |
Y se viene nuevamente la jornada
futbolera a nuestras vidas laboriosas de paz y certidumbre, vuelven las
eliminatorias al mundial y, evidentemente, como ahora la Selección está muy
cerca de alcanzar el codiciado cupo para ir a hacer el ridículo en Brasil 2014,
es hora de que volvamos a vestir esa camiseta que nos llena de orgullo solo
cuando ganan y están en el tren de la victoria. Ahora todos se van a vestir con la camiseta de la selección y van a quedar como un estúpido y sensual Pacman.
Sé que me vuelvo cansón con eso de los
llamados a la cordura dentro de sus gorduras mentales de pensar eso de que
bebiendo y alzando cerveza en algún bar están apoyando a su selección y, por qué no, al país
mismo, pero ya es hora de nuevo de emprender esa maratónica jornada de inventar
excusas para salir del trabajo, de ahorrar para que nos alcance el dinero y que
no nos falte la cerveza y el aguardiente para embriagarnos de placer si
clasifica o embrutecernos como bien lo sabemos hacer si la entrada se posterga.
Es que es obvio que mi país verdulero y
arribista por excelencia ahora se entrega a las mieles de sentirse importante,
de creerse la democracia más sólida de América Latina (claro, es sólida en su
corrupción y en el despojo del que hace parte) y de creerse la mejor selección
de todos los tiempos, así como cuando eran (no diga “éramos”) tan favoritos
para ser campeones mundiales a punta del Pibe y del Tren Valencia… Pero la
abultada realidad del fútbol colombiano es que, a parte de los lindos de la
selección, no hay bases, ni escuelas de fútbol ni formación que sustenten esos
aires de grandeza inventada (como todo lo colombiano – el segundo mejor himno
del mundo, etc. -).
De todos modos yo sí hago un vehemente
llamado a que se pongan al día en Facebook y en FourSquare y avisen dónde se
van a concentrar todos los hinchas wannabe en Montreal y en cada parte del
mundo (eso es importantísimo en el mundo aparente del colombiano), para
evitarme ese bochornoso espectáculo de ver a un montón de gente forrada en
amarillo, de tener que aguantarme a ese montón de hinchas de ocasión con su
problema mental y su cromosoma extra.
Yo sé que soy un intelectual enfundado en
el cuerpo de un “asshole”, pero el menos nunca he apoyado a la selección y no
me hago “bolas” tratando ahora de comprar camisetas y tomarme fotos como idiota
en una taberna de mala muerte, no me pego a fuegos fatuos (hinchas: busquen la
palabra al menos en google y eviten demostrar la trisomía en el cromosoma 13 o
21 de ese cuerpito meramente diploide en estos educados espacios) creados por
Falcao, Masmelli o Ñerófilo…
Y yo sé que hay muchos que sí son hinchas
de verdad, esos que apoyaron a la selección después de ese abultado 9 a 0 que
les metió Brasil (en palabras argentinas: se los garcharon y los dejaron con el
orto viendo al Metropolitano) y de otras innumerables barrabasadas que han
cometido los inflados jugadores que creían que ir a jugar un Mundial de Fútbol
era como ir a jugar contra el Unión Magdalena o contra el América de Cali… Esos
fanáticos de verdad que apoyaron a Higuita después de la recontra cagada
bestial que cometió en Italia 90 contra Camerún (ese Roger Milla te bailó sabroso, Mijita) o al menos que lloraron con
lágrimas en sus ojitos la muerte de Andrés Escobar por la intolerancia e
ignorancia que corre por las venas del borracho.
Aunque no se confundan, espero de todo
corazón grande y mano firme (como las A.U.C.) que en realidad clasifiquen para
que toda esa gente que goza con las victorias viaje harto para Brasil con su
Tarjeta de Crédito Fácil Codensa (todos “nos vamos para Brasil”) y de una vez
se hagan el cambio de sexo por allá, en esa tierra de garotas y garotos que
parecen garotas con pelotas, porque recuerden mis palabras: un hincha es un
hombre que pelea por otro hombre, lo que lo convierte casi automáticamente en
un marica. Lo digo con todo respeto, bebés.
Así que vayan, olviden los problemas, los
debates de restitución de tierras, el sueño unicameral de Uribe para
reacomodarse en el poder, los salarios de los congresistas, y celebren en
grande la fiesta del “jogo bonito”, que igual yo los sigo queriendo así con sus
taras mentales y sus problemas de aprendizaje, porque los veo con cariño y
simpatía, como la que despertaba Joey en “Friends”… siempre los consideraré mis
amigos así sea con su inferioridad mental y su deficiencia congénita autosómica
recesiva de la glándula tiroidea.
Estamos contigo Colombia!!!
Si quieren saber más de mi pasión a la pecosa, consulte otros articulitos de fina coquetería:
Obrigado!
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"Ordem e Progresso" |
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