Wednesday 31 December 2014

Se Cierra el Telón

'Everything is a fucking joke' 

Mucha gente afirma que soy un tipo bastante amargado, cosa que encuentro sumamente cómica, no porque lo niegue sino porque me parece creíble tal argumento, ver el mundo sin máscaras puede provocar ese tipo de efectos en el comportamiento de los demás, a veces me alegra ser el único que se da cuenta de la hipocresía, pero luego sueño con al menos creer en algunas mentiras para que mi vida fuese más fácil, creer en dioses, mujeres o políticos.

Pero hay una faceta más extraña de la personalidad que me asusta: el ser un payaso. Siempre lo he tomado como parte de mi mismo ser, he tratado de reír para no llorar en este mundo que nos ha tocado vivir, frente a la banalidad del mundo y ante la mentira campante (incluyendo mis desatinos) no queda otra que cubrirse de risas cuando incluso estás a punto de quebrarte, de llorar profusamente o de caer al suelo.

Y créanlo o no es muy difícil ser un payaso, enfrentar la vida sin amarguras porque perdió la selección o porque nos va a gobernar nuevamente la ignorancia de la guerra es una tarea hercúlea que requiere de toda la habilidad para reírse  del infortunio general y del particular, pero todo eso cansa.

Uno ríe, hace algún chiste y suspira por dentro, las palabras arrancan las sonrisas de alguna linda mujer, algunos ríen a la par, otros simplemente se ofenden al escuchar una verdad enmascarada en la comedia y todo sigue igual, la gente no cambia y uno tampoco, se descorazona el cuentero de turno y se miente nuevamente para reír de todo.

Supone un esfuerzo mental inmenso, sobre todo porque todo el mundo espera que uno siempre diga algo gracioso y perspicaz, algo que los divierta y los saque de la rutina a la que están tan habituados, pero como dice Héctor Lavoe ‘pero cuando el show se acaba, soy un humano cualquiera, y vivo mi vida, de risas y penas, de momentos gratos y de cosas buenas’ porque lo importante es que vinieron a divertirse, los payasos no tenemos problemas ni tristezas.

Pero a veces hay que recordar la fatalidad del mismo asunto, la risa puede ocultar muchas penas, el maquillaje y el pantalón abombado pueden ser suficientes para convencer a los demás de que ‘la estamos pasando muy bien’, pero finalmente, todo es un montaje, una elección para que no vean que tras las pinturas y las carcajadas solo estamos como los demás, tristes y vacíos, viendo un mundo que se autodestruye lleno de personas falsas y frías.


'... y eso me repugna'


Así como la vida tiene un límite finito, también las risas y la comedia lo tienen, también el alma se vacía y se arruga de una manera en la que nadie puede reparar, por eso solo queda seguir caminando hasta que podamos beber del Leteo para que por fin podamos olvidar que solo somos payasos, una anécdota, un pié de página, beber del río del olvido para continuar hacia el Hades sin el peso del desastre que supone hacer reír a los demás.

¿A dónde vamos los payasos cuando morimos? ¿Al cielo o al infierno? ¿A quién acudimos cuando se nos cae la máscara y vemos que todo lo hemos dado para que la gente se divierta y nos hemos quedado con nada? ¿Podemos llorar al menos? No lo creo, simplemente seremos reemplazados por otros comediantes más avezados y astutos que cerrarán el telón llenos de aplausos y ovaciones del público que paga su boleta y solo quiere divertirse.

Por eso un famoso chiste cuenta que un señor llega descorazonado a contarle sus penas a un psicólogo, el paciente le dice que ya no puede más, que solo siente tristeza y amargura en su corazón, que la vida se le ha vuelto insufrible e insoportable y que ya no sabe qué hacer, a lo que el psicólogo le dice: 'lo mejor para eso es reír, escuché que el famoso payaso Pagliacci se encuentra en la ciudad', le dice que lo vaya a ver y así olvidará al menos momentáneamente sus tristezas… El hombre se suelta a llorar incontrolablemente, le dice ‘pero yo soy el famoso payaso Pagliacci’… Se cierra el telón y el chiste se entiende por sí mismo.

¿Cuánto tiempo podremos los simples payasos seguir estallando en carcajadas, muecas y suspiros hasta que todo eso se convierta en un solo llanto estrepitoso que deje salir nuestras propias penas? No creo que encontremos algo o alguien que nos consuele, porque solo estamos para divertir, para decir cosas graciosas, porque cuando ya el payaso no sirve lo mejor es cambiar de espectáculo y seguir con la vida sin que esas nimiedades te afecten, finalmente, el telón se ha cerrado y la función ha terminado… ahora ya el payaso solo queda para ser descartado y olvidado en el fondo del teatro, no importa cuánto nos haya divertido o servido, solo debe ser puesto en el cajón y recordar las risas sin preocuparnos ya nunca jamás por él.


Queremos ver la cara que pone el payaso cuando acaba la función…

P.D.: Con todo lo que me ha acontecido en este año malicioso veo que las risas que pueda yo provocar no son moneda de cambio en este mundo, pero el que es nunca deja de ser, así que seguiré con la payasada hasta que me cambien por otro que los haga reír más.

Sunday 30 November 2014

La Mujer del Paradero



Son las 6 de la tarde de un día como cualquier otro, un día frío en el que asoma la tormenta vaticinada por el viento que arrecia desde todas direcciones de la calle. En la acera está una mujer que parece solo un añadido más del paisaje de la cuidad, atrás de ella está el paradero que es utilizado para guarecerse someramente de la lluvia o del frío y en otras contadas ocasiones para algún encuentro amoroso o de tipo carnal.

La mujer es delgada y alta, de ojos negros igual que sus cabellos, los cuales además son de un lacio hasta señorial que hace juego con su traje ejecutivo de blazer y falda de color oscuro también, rematando con unos zapatos de tacón no muy altos. Se ve rara y esquiva, como recordando cosas pasadas, como extraviada entre sus pensamientos del ayer y del mañana, como tratando de encontrar sentido a lo que pasa diariamente en su cabeza.

Recuerda su infancia que, aunque humilde, fue placentera en ciertos aspectos: el cariño de su madre, las escondidas con sus hermanos, los peinados que le hacía su abuela venida del campo, las comidas que, sin ser copiosas, llenaban su estómago con tal placer para el paladar que siempre quedaron impregnadas en su memoria. Recuerda también los eventos tristes de su pasado, como su padre esquivo y mujeriego que hacía sufrir a su madre con sus deslices, los golpes que recibió por parte de éste y algunas veces de sus compañeros, sus decepciones amorosas que la llevaron a entregarse al primer individuo que le prometió amor eterno para luego hacerla aparecer en el pueblo como una vagabunda más.

Porque ella viene de un pueblo, no perdido pero si lejano de estas grandes moles de cemento y de gente indiferente, viene de un lugar un poco más verde y menos gris, de una ciudad pequeña en la cual los barrios y las manzanas todavía son forma de localización precisa, donde es más fácil preguntar al tendero que buscar casa por casa. Una pequeña población de tierra caliente que le daba para andar más ligera y con menos atavíos que los que usa en esta ciudad llena de gente pretenciosa y prejuiciosa con el migrante, que mira con malos ojos unas camisas de manga corta o una falda de vuelo de colores, que prefiere la sobriedad y el supuesto buen gusto antes que el color y la alegría.

Recuerda también cómo llegó, con un poco de esfuerzo por parte de su madre quien siempre la alentó a salir de esa ciudad y avanzar, que la motivó siempre a seguir estudiando para concretar sus sueños y llegar hasta donde ella en su simple rol de madre de familia no pudo llegar. Ve pasar todas las penurias que vivió mientras estudiaba, pero siempre con una sonrisa a pesar de no tener algunas veces el dinero suficiente para estar a la par de algunos de sus compañeros quienes por vivir en donde sus padres se podían dar el lujo de malgastar algunos pesos en diversiones varias. Recuerda sus pequeños romances que consiguió gracias a su bella sonrisa y su rostro iluminado que deseaban conocer los hombres y que repudiaban muchas veces las mujeres. Siente a veces el calor de unos besos y de abrazos que vivió en esos tiempos con amores que llegaron y se fueron por la ventana de la tristeza que ella juró siempre mantener cerrada.

Unas gotas empiezan a caer sobre la capital, la tormenta es inminente y el viento arrecia fuertemente contra cada cosa que encuentra, algunos corren presurosos a guarecerse mientras los perros hacen lo mismo y las señales de tránsito parecen torcerse por la fuerza de la ventisca y el agua que empieza a aparecer, pero ella sigue ahí inmóvil, impávida ante las fuerzas de la naturaleza con su pelo alborotado por el viento, sigue pasmada recordando todos los eventos que la llevaron ahí.

Ahora tiene en su mente los recuerdos de la alegría de su grado universitario con el que presumía tanto su madre, las lágrimas de ésta por primera vez se convertían de ser tristes o calladas a ser de júbilo y orgullo al ver a su hija recibiéndose como toda una profesional, las lágrimas de su madre le llenaban también de agua sus tristes ojos, sentir esa pasión la hizo sentir más viva que nunca; no estuvo mucho tiempo buscando trabajo, sus notas siempre fueron buenas y su belleza le abrió muchas puertas llenas de hombres deseosos de aprovecharse de su posición para intercambiar un puesto o un ascenso por cosas más carnales, a lo que ella siempre respondió con sutiles negativas hasta que conoció a Mario, un hombre alto que también empezaba en el mundo laboral dentro de otro departamento, pero que muy pronto se fue ganando el corazón que ella había abandonado por un tiempo.

Así empezó la historia, llena como todas las demás de risas y halagos, de regalos y flores, de amor y convicción y de juramentos eternos, tan eternos y serios como el anillo que Mario le regaló al año de estar saliendo en un elegante restaurante francés para pedirle que se casara con ella. Ella no lo dudó ni un solo instante y entre lágrimas y sollozos aceptó vivir el resto de sus días con quien era sin duda alguna el amor de su vida.

La tormenta solo parece arreciar como los pensamientos que se arremolinan en la cabeza de ella, de esta mujer que ahora solo parece una sombra en medio de los vientos fuertes que vienen acompañados con hojas que se han desprendido de los árboles, ella sigue ensimismada en sus pensamientos sin importarle la inclemencia del clima.

Es tiempo para recordar cuán feliz fue al principio de su matrimonio, la ilusión de contraer nupcias la llenaba de un regocijo increíble, de una satisfacción y completitud que nadie podía arrancarle de su pecho, ni siquiera aquellas arpías inclementes que se arremolinaban a preguntarle de mala manera acerca de su compromiso con Mario y de los posibles problemas que iba a acarrearle tal hombre del cual ya hablaban mal desde que empezó a salir con ella… Ella siempre desestimó esas palabras mal intencionadas con la fe puesta en su amor verdadero.

Los días parecieron eternos hasta que llegó la anhelada boda, con regalos y suspiros, con danzas y bebidas, con comida y amigos, con su madre a su lado y su padre presto para entregarla al hombre que ella había escogido como marido y padre de sus futuros hijos; se sintió flotar cuando dio ese ‘sí’ definitivo frente al sacerdote y ante Dios, dando gracias a los cielos por haberle mandado tan valioso hombre en ese bello esmoquin que ella misma había elegido para él. Ella, radiante con su blanco velo ahora estaba completa, lista para asumir su nuevo rol de señora de su señor.

Pero no todo es felicidad, la convivencia solo fue demostrando que limar las asperezas que al principio no parecían importar ahora parecía un imposible, sus mismas mañas heredadas de su madre y el machismo cada vez más marcado de Mario fueron ensombreciendo poco a poco su rostro, su mirada a veces ya se veía cansada y marchita, ¿se había equivocado de príncipe azul? Tal vez no, tal vez era ella quien estaba echando a perder tan valioso hombre que la había escogido por entre todas las cosas, ahora ya no sabía qué pensar.

Raudamente el agua va cayendo copiosamente como disparada por algún rifle en el cielo, la gente ya no se ve en las aceras y las calles se están empezando a inundar como lo hacen los ojos de ella, de esta mujer inmóvil como una roca a la que el viento no puede mover, con toda ella empapada hasta los huesos y fría como la muerte misma sigue rígida esperando algo que nunca va a llegar.

Ya solo quedan los recuerdos de esa relación fallida que se deterioró aún más cuando ella, en un intento por salvar su relación del abismo al que se aproximaba, descubrió que no podía concebir hijos, las innumerables pastillas que tomó durante su vida ahora le pasaban una cuenta de cobro con un simple ‘lo siento’ de los médicos que por años dijeron que era lo mejor para su salud sexual. Los hijos que no iban a venir marcaron la debacle de toda la relación, ahora su otrora hermoso esposo se había dedicado, al igual que su padre, a la bebida y a lo que era claramente el concubinato de otras mujeres que iban y volvían, que le enviaban mensajes que él borraba creyendo que ella no los descubriría jamás, evadiendo llamadas o enmascarándolas con nombres empresariales. Las ausencias de él se hacían cada vez más pronunciadas y se veía claramente un dejo de violencia e ira en sus ojos, un odio reprimido por esa mujer que lo ataba a una relación sin futuro.

Recuerda una tarde en la cual, llegando él fuera de sus cabales por el alcohol, abusó de ella como si fuera un simple trapo de la cocina, aquel momento cuando se rompió por fin ese cántaro de mentiras y tristezas, ese momento preciso en el que ella dejó totalmente de amarlo, cuando empezó a aborrecer a ese hombre que la había maltratado psicológicamente durante varios años, aquel hombre que no era lo que ella había pintado con crayones en su cabeza.




El torrencial aguacero parece un diluvio universal, las alarmas de los carros se activan y parece que hubiera llegado el fin para todos, mientras ella solo se aferra a sus últimos pensamientos, a sus últimas confesiones para sí misma.

Ya solo le queda recordar aquella mañana en la que ella, consumida por la rabia y el desespero de vivir con un hombre que no amaba y que la había transgredido de maneras indecibles e indelebles, simplemente vio como dormía profundamente, su sola respiración le parecía insoportable, su presencia la fastidiaba infinitamente… el último recuerdo que queda ahora es el de la sangre que brotaba del cuello ahora cercenado de quien antes fue su amor, el recuerdo ligero de su mano tomando el cuchillo más grande de su elegante cocina, aquel que había puesto en su lista de regalos muchos años antes, blandiéndolo contra ese horrible ser que estaba en su lecho, recuerda los gritos ahogados en sangre de su ex amante cuando la miraba con ojos de terror al sentir el acero que le había cortado, el terror que luego fue aún más grande viendo como ella descargaba toda su violencia y frustración contra su pecho infligiéndole puñaladas en sus brazos con  los que él trataba de defenderse.

Fueron 30 o más cortes que le hizo a ese cuerpo que antes adoraba, no podía estar segura, solo la sangre que pintó todo el cuarto y la cama eran testigos de tal carnicería que ella cometió en esa mañana. Ahora ya nada quedaba de él, ni su olor, ni su respiración, nada.

Finalmente ella se arregló como lo hacía todos los días para ir a su trabajo, se maquilló como las niñas emperifolladas a las que siempre buscó agradar en su oficina y se dispuso a ir a coger el bus al paradero más cercano, no iba a tomar el auto del cuerpo sin vida que antes era su marido para ir al trabajo, además, su mente estaba en otra parte, lejos y perdida sin saber qué hacer.

Los carros pasan presurosos y mojan a todo aquel que se interponga, es una tormenta enorme que suelta rayos y hace bramar hasta al mismo piso, al fin viene lo que ella estaba esperando por todo este tiempo, un camión a alta velocidad que acabaría con su sufrimiento y la libraría de la pesada carga que ahora oprimía su pecho.

Como es lógico, de ella solo quedó su cadáver destrozado por el enorme camión, solo quedó su bolso desparramado sobre la calle mientras llegan los servicios médicos, ahora Andrea por fin había encontrado lo que estaba buscando desde que su vida tomó tales giros inesperados: la muerte.





Tuesday 15 July 2014

La geolocalización de la esperanza

'Malheureusement, l'espoir habite tojour ici'

Cuenta la leyenda que Prometeo fue quien le dio al hombre un regalo que era exclusivo de los dioses: el fuego, y por ello fue condenado a vivir encadenado y bajo tortura durante el resto de la historia. Luego de ese infortunio (siempre los dioses han temido que el hombre sea como ellos), un Zeus enfurecido crea junto con Hefestos la tristemente famosa ‘Caja de Pandora’, quien debe su nombre a la primera mujer que los dioses crearon para los hombres de la tierra (no sé cómo se divertían antes).

La mujer fue provista por los mismo dioses de curiosidad y la mandaron con esa ‘granada de mano’ en forma de tinaja que contenía todos los males de la humanidad; ella, guiada solamente por su propia naturaleza, abrió el cofre y al darse cuenta del error que había cometido cerró raudamente el dichoso contenedor, lastimosamente ya era demasiado tarde, todos los males ahora vivían en el mundo a sus anchas, solo quedó guardada la esperanza, que demuestra que ésta misma es un lastre más para todos, para aquellos que la albergamos porque por ella hemos de vivir envenenados para siempre, por el resto de nuestras efímeras vidas que deberían dedicarse a otras cosas menos a esperar.

Pasa todo el tiempo, la esperanza es nuestra mayor virtud y fuente de la fuerza humana, pero también es nuestra mayor debilidad, con la que nos engañan y nos engañamos para cometer actos irracionales, como el matar a otros con la promesa de un bien en esta vida o en la siguiente, traicionar nuestros principios e incluso a nuestra propia sangre en aras de la patria o simplemente esperar a alguien que nunca llegará.

Es que la esperanza es como un pasajero errante que habita en nuestros corazones, en nuestra propia caja de pandora, y nos convierte en seres meditabundos por excelencia, es aquella que vive al principio en esa parte inexpugnable a la que llamamos alma, pero conforme la idea o el ser amado se alejan, así mismo lo va haciendo la viajera en referencia: se va dormir al sofá como queriendo estar cerca de nosotros para brincar a nuestro lecho raudamente…

Pero a medida de que el tiempo va pasando ella se va alejando lenta pero firmemente, empieza a hacer las maletas y se va a parar a la puerta, esperando volver a ese sofá y devolverse al corazón, pero ella también espera en vano, pues luego sale y baja por las escaleras y se ubica un tiempo ahí, con los ojos un poco marchitos pero aferrada a un hilo de plata invisible que poco tiempo después se alarga hasta la acera mientras espera un taxi que la lleve al aeropuerto.

Van pasando los días y las noches a la intemperie y ella se va enfriando bajo la oscura capa de la fría acera en donde ahora habita y finalmente, cansada,  consigue a un conductor que la traslada hacia el terminal aéreo y ahí sigue esperando, a una llamada al celular o a la llamada al counter de la aerolínea donde es finalmente abordada por la pena de partir. Cuando ya está en ese avión que la llevará lejos del bien amado llora y suspira por la pena y se embarca a alejarse cada vez más, a Miami, a San Francisco, a Londres, a Egipto, al medio oriente y así sucesivamente hasta perderse en sí misma, tal vez en una alejada isla polinesia, triste y vacía llorando con amargura, pero aún viva y presente hasta en la ausencia.

Así pues la esperanza va viajando poco a poco, se mueve y bailotea en nuestros corazones cuando las condiciones se lo permiten dentro de nuestro ser, pero cuando ya el clima arrecia debe partir, debe alejarse lentamente hacia el olvido, infortunadamente, ese olvido nunca es completo y el hilo de plata que la une con el corazón siempre permanecerá para dolor de los dos, de la esperanza y de uno mismo.

Es el mal con el que los dioses nos han castigado finalmente, con la esperanza y el dolor de la pérdida, con marchitar nuestros corazones y castigar nuestras almas hasta dejarlas en pena, errantes y solas, vacías de la espera eterna y del calor que algún día habitó dentro de nuestros atribulados pensamientos, dentro de lo más sagrado que existe, la fe.


¿Será que algún día la esperanza puede tomar un avión de regreso hacia nosotros? ¿Será que alguna mañana la podremos invocar de alguna forma? ¿Será que el olvido es más fuerte que nosotros? ¿Será posible volver a encontrar esa esperanza olvidada en la mitad del mundo, esa esperanza lejos de nosotros, de nuestras vidas? No lo sé, la tecnología ha suplido muchas de nuestras necesidades, pero nunca ha creado un GPS de la esperanza, una forma de geo localizar a nuestras sueños extraviados, tal vez solo las esperanzas mismas sepan cómo volver hacia nosotros… tal vez no.

Monday 2 June 2014

Oscar Iván y sus Bang-Band

'En el Show de Uribe'

Lo que pasa en la política colombiana el día de hoy es como de un cuento bastante rebuscado, venido de una mente enferma y llena de mitos y dolores extraños que nadie que haya nacido fuera del suelo patrio sería siquiera capaz de imaginar: un capataz, un agregado, un títere y muchos espectadores esperando el nuevo golpe de una parte y de otra.

Todo el huracán político gira alrededor de Oscar Iván Zuluaga, supuestamente un hombre prístino y de moralidad intachable venido del campo que a base de esfuerzo, dedicación y empeño logró escalar escaños públicos desde su natal Pensilvania, Caldas, hasta ser el aspirante número uno a convertirse en presidente de los colombianos y colombianas (qué gracia de llenar papel con la inclusión, pero bueno). Si lo vemos sin apasionamientos, es una trayectoria limpia y hasta digna de admiración, un hombre con grandes cualidades como la honestidad y la sinceridad que desfallecen raudamente en el ámbito político.

'... y se espanta hasta de un vegetal...'

Pero con lo de la revelación del supuesto hacker y de toda esta parafernalia del recontra espionaje, salen a la luz algunos matices del candidato que al parecer no son tan correctos como para votar por él con fe ciega; más allá de la duda razonable que todo el mundo debe tener con cualquier acusación deja cierto sinsabor que no es fácil de quitarse de la boca.

Los argumentos son sencillos: un supuesto hacker que, más que un hombre sabido de espionaje informático y gran ser y patriota, resulta ser un poco fantoche y ególatra que tima a mucha gente para conseguir dinero, no en aras de una supuesta libertad o algo así, simplemente por cochino dinero y por la fama de ser un hombre de las sombras, un hombre que se jactaba de ser el non plus ultra del país para intervenir correos e incluso delinear la vida política y social a su antojo. Nuevamente, un fantoche, pero uno muy hábil en el entramado de mentiras y medias verdades en el que vivía. Los que saben realmente de hackers y cosas por el estilo saben que la búsqueda personal de ovaciones va en contra del motivo mismo de ser un hacker.

'Súper agente del recontraespionaje'

Luego viene un candidato sin carisma pero con el velo mágico de ser un ungido por un señor que ama la sangre pero solo para fines superiores, para fines prácticos de la nación y del pueblo, de un señor que se ufana de decir que la guerra es la única solución a los problemas de cualquiera. Este candidato ni quita ni pone como personaje propio, carece de matices y de colores, solo tiene una sonrisa burda y un libreto aprendido de colegial regañado, pero eso lo hacía perfecto para todo, como el Smu, como una masa suave que se amolda a quien lo dirige con unos hilos no tan invisibles. Pero aquí es donde todo se pone ‘color de hormiga’, resulta que el señor no es tan límpido como el de JGB que sus jefes de prensa y de campaña mostraban, resulta ser un muy buen alumno que ha aprendido las técnicas de ganar que utilizaba el excelentísimo Álvaro Uribe Vélez, interceptando comunicaciones de los demás y como siempre, de manera ilegal. Digno de admiración que sea un alumno tan adelantado.
Pero aquí es donde se da la vuelta más extraña de todo el paseo mediático de Colombia, es cuando la gente se entera de ello: aquellos que veíamos cómo Oscar Iván era un pupilo directo de Uribe no nos impactamos por las revelaciones, pues ya sabíamos el viejo y conocido ardid, otros se apesadumbraron al ver que su candidato estaba enlodado e hicieron lo que hace todo creyente ciego: negarlo todo.

'Are you familiar with the Smoo, mister Fisher?'

Es increíble, la verdad, yo no sé si es una mentira que se dicen como un mantra o es que en verdad son incapaces de ver más allá de sus narices. Obvio es que cada uno habla como le va en el baile y todos aquellos que están montados en la maquinaria uribista van a pasar de largo, de agache y van a defender a su candidato, pero otros, a los que nada les beneficia ni el uno ni el otro, salen a despotricar todo aquello que se dice, incluso habiendo un video; ‘es un montaje’ gritan cual gallinas en el galpón haciendo eco al jefe mayor, diciéndose a sí mismos: no oigo, no oigo, tengo orejas de pescado’, negando y renegando cualquier tipo de racionalización que se les quiera mostrar: alegan que el video no es claro, que hay cortes, que no es Zuluaga, que tenemos mejor tecnología que Hollywood, etc., incluso hay otros peores que dicen ‘pero es que espiar a un traidor no es delito y menos a las FAR’… Creo que esos últimos son los peores, los que justifican todo acto vil siempre y cuando les convenga, quienes están dispuestos a pasar por encima de lo que sea para alcanzar sus objetivos, quienes disfrutan del olor a sangre siempre y cuando no sea de ellos, aquellos que rezan y pecan para empatar, aquellos que validan cualquier ilícito suyo o de sus amigos y descalifican a los demás.


Por ello digo que Oscar Iván no está solo en esta comedia, en este show cómico musical de la falta de vergüenza y de pudor, de las mentiras a medias y las medias verdades, de la ilusión de que por medio de la sangre se purifican los pecados, de una visión ‘tecnogore’ de rechazar las misma pruebas por seguir en la banda, en el baile de los que sobran, en ese teatro de terror al que llaman guerra.

'Mírenme la pinta fashion'

Veamos con qué perlas saldrá de ahora en adelante don límpido, don Oscar Iván y que se arme de su orquesta de gente sin pudor o sin cerebro, lo que les calce mejor, habrá que esperar la nueva entrega de Oscar Iván y sus BangBand…

P.D.: Me sorprende que a los integrantes del Centro Democrático les hayan metido severendo gol de puerta a puerta, y eso que se burlan de Juan Manuel, y les salió más astuto que el sagareño

'Aunque yo me muera rogaré por tu alma traicioneraaaa...'