Tuesday 15 July 2014

La geolocalización de la esperanza

'Malheureusement, l'espoir habite tojour ici'

Cuenta la leyenda que Prometeo fue quien le dio al hombre un regalo que era exclusivo de los dioses: el fuego, y por ello fue condenado a vivir encadenado y bajo tortura durante el resto de la historia. Luego de ese infortunio (siempre los dioses han temido que el hombre sea como ellos), un Zeus enfurecido crea junto con Hefestos la tristemente famosa ‘Caja de Pandora’, quien debe su nombre a la primera mujer que los dioses crearon para los hombres de la tierra (no sé cómo se divertían antes).

La mujer fue provista por los mismo dioses de curiosidad y la mandaron con esa ‘granada de mano’ en forma de tinaja que contenía todos los males de la humanidad; ella, guiada solamente por su propia naturaleza, abrió el cofre y al darse cuenta del error que había cometido cerró raudamente el dichoso contenedor, lastimosamente ya era demasiado tarde, todos los males ahora vivían en el mundo a sus anchas, solo quedó guardada la esperanza, que demuestra que ésta misma es un lastre más para todos, para aquellos que la albergamos porque por ella hemos de vivir envenenados para siempre, por el resto de nuestras efímeras vidas que deberían dedicarse a otras cosas menos a esperar.

Pasa todo el tiempo, la esperanza es nuestra mayor virtud y fuente de la fuerza humana, pero también es nuestra mayor debilidad, con la que nos engañan y nos engañamos para cometer actos irracionales, como el matar a otros con la promesa de un bien en esta vida o en la siguiente, traicionar nuestros principios e incluso a nuestra propia sangre en aras de la patria o simplemente esperar a alguien que nunca llegará.

Es que la esperanza es como un pasajero errante que habita en nuestros corazones, en nuestra propia caja de pandora, y nos convierte en seres meditabundos por excelencia, es aquella que vive al principio en esa parte inexpugnable a la que llamamos alma, pero conforme la idea o el ser amado se alejan, así mismo lo va haciendo la viajera en referencia: se va dormir al sofá como queriendo estar cerca de nosotros para brincar a nuestro lecho raudamente…

Pero a medida de que el tiempo va pasando ella se va alejando lenta pero firmemente, empieza a hacer las maletas y se va a parar a la puerta, esperando volver a ese sofá y devolverse al corazón, pero ella también espera en vano, pues luego sale y baja por las escaleras y se ubica un tiempo ahí, con los ojos un poco marchitos pero aferrada a un hilo de plata invisible que poco tiempo después se alarga hasta la acera mientras espera un taxi que la lleve al aeropuerto.

Van pasando los días y las noches a la intemperie y ella se va enfriando bajo la oscura capa de la fría acera en donde ahora habita y finalmente, cansada,  consigue a un conductor que la traslada hacia el terminal aéreo y ahí sigue esperando, a una llamada al celular o a la llamada al counter de la aerolínea donde es finalmente abordada por la pena de partir. Cuando ya está en ese avión que la llevará lejos del bien amado llora y suspira por la pena y se embarca a alejarse cada vez más, a Miami, a San Francisco, a Londres, a Egipto, al medio oriente y así sucesivamente hasta perderse en sí misma, tal vez en una alejada isla polinesia, triste y vacía llorando con amargura, pero aún viva y presente hasta en la ausencia.

Así pues la esperanza va viajando poco a poco, se mueve y bailotea en nuestros corazones cuando las condiciones se lo permiten dentro de nuestro ser, pero cuando ya el clima arrecia debe partir, debe alejarse lentamente hacia el olvido, infortunadamente, ese olvido nunca es completo y el hilo de plata que la une con el corazón siempre permanecerá para dolor de los dos, de la esperanza y de uno mismo.

Es el mal con el que los dioses nos han castigado finalmente, con la esperanza y el dolor de la pérdida, con marchitar nuestros corazones y castigar nuestras almas hasta dejarlas en pena, errantes y solas, vacías de la espera eterna y del calor que algún día habitó dentro de nuestros atribulados pensamientos, dentro de lo más sagrado que existe, la fe.


¿Será que algún día la esperanza puede tomar un avión de regreso hacia nosotros? ¿Será que alguna mañana la podremos invocar de alguna forma? ¿Será que el olvido es más fuerte que nosotros? ¿Será posible volver a encontrar esa esperanza olvidada en la mitad del mundo, esa esperanza lejos de nosotros, de nuestras vidas? No lo sé, la tecnología ha suplido muchas de nuestras necesidades, pero nunca ha creado un GPS de la esperanza, una forma de geo localizar a nuestras sueños extraviados, tal vez solo las esperanzas mismas sepan cómo volver hacia nosotros… tal vez no.