Wednesday 31 December 2014

Se Cierra el Telón

'Everything is a fucking joke' 

Mucha gente afirma que soy un tipo bastante amargado, cosa que encuentro sumamente cómica, no porque lo niegue sino porque me parece creíble tal argumento, ver el mundo sin máscaras puede provocar ese tipo de efectos en el comportamiento de los demás, a veces me alegra ser el único que se da cuenta de la hipocresía, pero luego sueño con al menos creer en algunas mentiras para que mi vida fuese más fácil, creer en dioses, mujeres o políticos.

Pero hay una faceta más extraña de la personalidad que me asusta: el ser un payaso. Siempre lo he tomado como parte de mi mismo ser, he tratado de reír para no llorar en este mundo que nos ha tocado vivir, frente a la banalidad del mundo y ante la mentira campante (incluyendo mis desatinos) no queda otra que cubrirse de risas cuando incluso estás a punto de quebrarte, de llorar profusamente o de caer al suelo.

Y créanlo o no es muy difícil ser un payaso, enfrentar la vida sin amarguras porque perdió la selección o porque nos va a gobernar nuevamente la ignorancia de la guerra es una tarea hercúlea que requiere de toda la habilidad para reírse  del infortunio general y del particular, pero todo eso cansa.

Uno ríe, hace algún chiste y suspira por dentro, las palabras arrancan las sonrisas de alguna linda mujer, algunos ríen a la par, otros simplemente se ofenden al escuchar una verdad enmascarada en la comedia y todo sigue igual, la gente no cambia y uno tampoco, se descorazona el cuentero de turno y se miente nuevamente para reír de todo.

Supone un esfuerzo mental inmenso, sobre todo porque todo el mundo espera que uno siempre diga algo gracioso y perspicaz, algo que los divierta y los saque de la rutina a la que están tan habituados, pero como dice Héctor Lavoe ‘pero cuando el show se acaba, soy un humano cualquiera, y vivo mi vida, de risas y penas, de momentos gratos y de cosas buenas’ porque lo importante es que vinieron a divertirse, los payasos no tenemos problemas ni tristezas.

Pero a veces hay que recordar la fatalidad del mismo asunto, la risa puede ocultar muchas penas, el maquillaje y el pantalón abombado pueden ser suficientes para convencer a los demás de que ‘la estamos pasando muy bien’, pero finalmente, todo es un montaje, una elección para que no vean que tras las pinturas y las carcajadas solo estamos como los demás, tristes y vacíos, viendo un mundo que se autodestruye lleno de personas falsas y frías.


'... y eso me repugna'


Así como la vida tiene un límite finito, también las risas y la comedia lo tienen, también el alma se vacía y se arruga de una manera en la que nadie puede reparar, por eso solo queda seguir caminando hasta que podamos beber del Leteo para que por fin podamos olvidar que solo somos payasos, una anécdota, un pié de página, beber del río del olvido para continuar hacia el Hades sin el peso del desastre que supone hacer reír a los demás.

¿A dónde vamos los payasos cuando morimos? ¿Al cielo o al infierno? ¿A quién acudimos cuando se nos cae la máscara y vemos que todo lo hemos dado para que la gente se divierta y nos hemos quedado con nada? ¿Podemos llorar al menos? No lo creo, simplemente seremos reemplazados por otros comediantes más avezados y astutos que cerrarán el telón llenos de aplausos y ovaciones del público que paga su boleta y solo quiere divertirse.

Por eso un famoso chiste cuenta que un señor llega descorazonado a contarle sus penas a un psicólogo, el paciente le dice que ya no puede más, que solo siente tristeza y amargura en su corazón, que la vida se le ha vuelto insufrible e insoportable y que ya no sabe qué hacer, a lo que el psicólogo le dice: 'lo mejor para eso es reír, escuché que el famoso payaso Pagliacci se encuentra en la ciudad', le dice que lo vaya a ver y así olvidará al menos momentáneamente sus tristezas… El hombre se suelta a llorar incontrolablemente, le dice ‘pero yo soy el famoso payaso Pagliacci’… Se cierra el telón y el chiste se entiende por sí mismo.

¿Cuánto tiempo podremos los simples payasos seguir estallando en carcajadas, muecas y suspiros hasta que todo eso se convierta en un solo llanto estrepitoso que deje salir nuestras propias penas? No creo que encontremos algo o alguien que nos consuele, porque solo estamos para divertir, para decir cosas graciosas, porque cuando ya el payaso no sirve lo mejor es cambiar de espectáculo y seguir con la vida sin que esas nimiedades te afecten, finalmente, el telón se ha cerrado y la función ha terminado… ahora ya el payaso solo queda para ser descartado y olvidado en el fondo del teatro, no importa cuánto nos haya divertido o servido, solo debe ser puesto en el cajón y recordar las risas sin preocuparnos ya nunca jamás por él.


Queremos ver la cara que pone el payaso cuando acaba la función…

P.D.: Con todo lo que me ha acontecido en este año malicioso veo que las risas que pueda yo provocar no son moneda de cambio en este mundo, pero el que es nunca deja de ser, así que seguiré con la payasada hasta que me cambien por otro que los haga reír más.