Monday 26 November 2012

Fui atacado por una "Cougar"


"Yo nunca había hecho esto, no pienses mal de mí"
Voy a pedir prestado (como es muy común en estos días nuestros de tomar sin avisar las ideas de otros) pero difundiendo que estas célebres frases vienen de Gustavo Ceratti, un fragmento de una canción que puedo utilizar como introducción a este texto: Refugiados sobre el diván, agitados por nuestras formas… algo ocurrió una extraña sensación, un presentimiento: me hicieron la vuelta y no me di cuenta!

Para mis nobles amigos, amigas, compañeros y demás apelativos y clasificaciones que pueda proveerles a todos aquellos que me acompañan y que, tal vez, no sepan qué demonios es una “cougar”, no es una cuajada, un postre o un aliño de alguna parte de la geografía nacional o internacional, no es un perro, un gato o cualquier roedor que se atraviese en la vista periférica. Una “cougar” es una mujer de cierta edad, digamos algo ya avanzada pero no tanto, que se arregla muy bien (sin caer en el “cuchibarbismo”) y que tiene ciertas predilecciones por los hombres de una edad menor que la de ellas. Pero lo más importante es que les gusta cazar, estar al acecho, hacer lo que hace el hombre: buscar ganado.

Pero vamos por partes; todo comienza con una simple palabra, más bien, una simple frase: “qué hay para hacer hoy?” que suelta de manera indiscreta algún tipejo al que llamamos amigo; esa es la llave introductoria a todo tipo de banalidades y de estupideces que desembocarán en una resaca de proporciones bíblicas o en una habitación de proporciones minúsculas. Esa frasecilla que se desliza por los labios de algún cofrade siempre lleva a que se tomen medidas, sean desesperadas o inesperadas para solucionar el famoso “desparche”.

Entonces, como por arte de magia aparecen planes, planes malos, pésimos y peores, sobre todo cuando no hay mujeres que se apunten al dichoso encuentro (por cierto, qué les dio a todas que andan en planes hogareños?), y empieza la “rebuscadera”  incansable de algo para hacer, algo para salir de este embrutecimiento loco al que llamamos rutina diaria.

Al ver que todas las “ovulantásticas” amigas que tenemos no responden al llamado de la selva, pues se opta por la opción más fácil y más convencida del libreto: “vamos a levantar viejas”. Debo confesar que me fascina esa frase tan idiota; a levantar viejas, como si con esas letras mal ordenadas se quitara el mal sabor de boca de haber dicho antes: “ah, estas viejas nos sacaron el culo”… pero no queda más remedio que ir a ese plan medio “boleta” de hacerse el interesante por unos momentos en algún bar o tienda que se atraviese.

Y henos aquí, en un nuevo escenario para la transmutación alquimista, esa que convierte a todo metal precioso en licor… empieza siempre con unas cervezas para refrescar el ambiente de todos y así entonarlo para que empieza a volverse festivo y alocado, pero obviamente gente como yo dirá “pero es que solo un par de cervezas no son suficientes”, lo cual inducirá a todos a comprar licores de mayor grado etílico que retumbarán en las cabezas por mucho más tiempo del esperado.

Generalmente todo eso sigue sin parte de novedad en el frente, mujeres van y vienen y se mezclan con las amistades fingiendo estar interesados en las conversaciones de los unos y de los otros, pero realmente solo buscando un cuerpo cálido y una lengua astuta para entretenerse al menos el resto de la noche.

Pero acá es donde ocurre el punto de quiebre, donde la línea se desdibuja de su andar morrongo y aparece una nueva figura en escena: la “cougar”. Con sus palabras sofisticadas y altisonantes empezó a hacer gala de su belleza no solo física sino también lingüística, con eso de comprar de paso los tragos para que se afloje la carne. Y como nunca había estado en el otro lado de la conquista y siempre había estado viendo los toros desde la barrera, pues me fui adentrando en esa alquimia alcoholémica que mezcla el ruido de un bar, el licor y los buenos oficios de alguien interesado en uno pero de manera subrepticia.

Y poco a poco fue pasando, como uno dice vulgarmente, el alcohol va aflojando todo, desde los zapatos hasta las piernas, y cuando ya vine a caer en cuenta estaba en las garras de ese depredador de la tundra, de esa señora que utilizó la estratagema más antigua del libro para “echarse a la muela” a este poco adelantado personaje: dar trago a diestra y siniestra.

Obviamente no entraré en detalles candentes o sórdidos de lo que pasó en esas horas comprendidas entre el momento en el que abandonamos el bar y el momento en el que fui desechado como un objeto más que ha concluido su vida útil, pero solo diré que mal no la pasé, pero que de todos modos aún hay muchas cositas que debo aprender en esos ámbitos amatorios y que debo adentrarme más en ciertos misterios de la motricidad fina de una mujer. Obviamente tampoco utilicé ciertas frases que les fascinan a algunas mujeres (me contaron): yo nunca había hecho esto, no pienses mal de mí, yo no soy así, etc.…

Basta con concluir la historia que la experiencia fue bastante amena y que me divirtió de sobremanera, pero que en cierto sentido me sentí “sucio”, utilizado… como una cualesquiera que se dejó comprar por ciertos licores y por palabras rebuscadas (ahora en francés les cuento), que me dejé endulzar el oído por esa señorita no tan señorita que hizo gala de su encanto para “engatusarme” de manera olímpica…

Claro que al otro día las cosas son a otro precio, uno tiene que salir del lugar en cuestión sin ser muy detectado por los transeúntes o por los vecinos y encaminarse a su casa, en primer lugar a bañarse y a quitarse el olor a “lujuria” y a jabón chiquito y en segundo lugar a hacer un examen de conciencia para evaluar qué carajos fue lo que pasó… y después de mucho meditar y pensar llegué a una horrible pero sana conclusión: no sé de qué tanto se quejan las mujeres cuando les pasa ese tipo de situaciones (a menos que anden con novio, obviamente), se la pasa bueno, se divierte en grande y se liberan endorfinas por cada uno de los poros… no es una mala forma de vivir y de entretenerse y deberían estar un poco más dispuestas a todas esas recompensas de ser la supuesta víctima: se gasta poco, se ríe mucho y se goza un montón!

Que mando a decir que la pasé muy delicioso, que el próximo sábado estaré a la misma hora y por el mismo canal, claro que esta vez haciéndome desear… que gracias!

P.D.: En serio, que la pasé muy delicioso, que gracias!

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