Tuesday 24 January 2012

Coelho nuestro que estás en el cielo, venga a nosotros tu libro.

Úsese en caso de Coelho

 
Siempre podemos leer todo tipo de cosas, sean interesantes o no para nosotros; tal vez un libro, una revista, un artículo, un anuncio, la etiqueta de un shampoo… Pero desgraciadamente el otro día tuve la desventura y el infortunio de encontrarme con un libro mal escrito y lleno de lugares comunes, de soluciones “light” sin ninguna trascendencia ni oficio, un libro del famosísimo “gurú” de la nada “Paulo Coelho”. (Favor no confundir con el nadaísmo).

Personalmente encuentro más información importante, trascendente y útil en la etiqueta de un “Sanpic” que dentro de un libro del Genio Coelhista. Como ya dije, solo está escrito para analizar lo profundo desde la superficie, como tratar de analizar una célula con un vidrio polarizado; lo humano y lo divino desde los lugares comunes de la nada; del crecimiento personal por medio del agua tibia y del parafraseo constante (del cual este señor es el rey indiscutido a pesar de sus innumerables faltas gramaticales y su escritura simplista y simplona). Es totalmente tedioso, aburrido y hasta ridículo, es incluso más triste y pesado que el programa de José Obdulio o José Gabriel (ambos malos humoristas).

Aunque debo reconocer que profeso una abyecta admiración por aquellos que lo han leído y re – leído  por su capacidad de resistencia y su ausencia de asco, de su poderoso hígado de carnicero para poder soportar y digerir tan insípido y vacío plato de la inteligencia superflua.

Que mal sabor de boca tengo después de ese encuentro cercano de tercer tipo con ese tipo! Afortunadamente en el mercado venden “Listerine” para evitar la gingivitis, la placa bacteriana, el mal sabor de boca y el aliento a Coelho… Pero no lo demerito para nada, porque si algo hay que admirarle es su capacidad de comercializar todo palabra que sale de su boca (aunque no baste para sanarme). También llamo a la cordura a su editorial para que todos sus libros traigan adjunto un enjuague bucal o al menos agua oxigenada para pasar ese trago tan amargo.

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