Friday 13 January 2012

Tauromaquia

Las fiestas, carnavales y parrandas de principio de año han terminado, obviamente después de mucha diversión, emoción, alcohol y baile. El país entero, o la mayoría de él, celebró un buen jolgorio con agasajos de toda índole, pero obviamente están aquellos que no solo disfrutan con el relajo propio de estas fechas sino también disfrutan saciando su sed de sangre; evidentemente hablo de los amantes de la fiesta brava, de la fiesta taurina.

Es increíble que en un país lleno de sangre, sudor y lágrimas, en un país donde la sangre no se coagula gracias a todos los factores armados (Policía, Ejército, BACRIM, FARC, etc…), existan personas que claman por la sangre de un pobre animal, aturdido, golpeado y martirizado. Claman para que haga acto de presencia otro animal, un verdadero asesino (elegantemente vestido con mallas multicolores como si fuera a combatir el crimen junto al Caballero de la Noche) que porta espadas y confeti en su cuerpo. Claman para que salga a cumplir su papel de verdugo de un ser inocente, un ser que fue criado con el único despropósito de llenar el alma vacía de un país cruel e indiferente, donde es noticia el arrebato de una presentadora y no una barbarie como la que ocurre en la plaza de toros.

Porque el flujo de sangre no se puede detener ni un solo día, ni un solo minuto, a menos que salga con alguna ocurrencia Suso el Paspi; no nos pueden bastar los muertos y heridos diarios; necesitamos que cansen, burlen, corten y masacren a un animal con el fin altruista de alimentar el mórbido apetito de algunos colombianos autodenominados “amantes de la Tauromaquia”.

Por eso respeto la decisión del alcalde Gustavo Petro de darle la espalda a este acto de barbarie, a este acto cundido de maldad y sevicia de la más baja calaña.
 

No comments:

Post a Comment