Tuesday 11 June 2013

Habemus Doctore

"Os venimos a auscultar"


Enfermarse es un karma terrible, no importa en donde sea o como sea; sea en Cafarnaúm o en Bogotá la cosa es seria porque uno no está “mamando gallo” ni jugando a ponerle la cola al burro, uno siempre está en su momento más desesperante: puede ser por una molestia pulmonar, por una crisis hepática o por una “hijuepuerca” pera del infierno (eso me pasa por dármelas de “saludable”), todo es un dolor incesante.

La medicina en Colombia está en crisis desde que recuerdo, antes por la falta de cubrimiento o por lo costoso de los tratamientos, ahora por la falta de cubrimiento o por lo costoso de los tratamientos (no me equivoco en repetir); en realidad, después de miles de debates, análisis de expertos y miles de millones de pesos gastados no ha pasado nada monumental, la gente sigue siendo mal atendida y mal diagnosticada, mal operada y maltratada. Esa es la ley general de la salud.

Y es obvio que no solo en Colombia pasa eso, en los poderosos Estados Unidos de América también se mueren por negligencia o por no tener seguro, pero es que mi amada patria se lleva muchos honores en el campo de la desatención de su población enferma; no es gratis que se hable del paseo de la muerte.

El sistema está mal, literalmente, está jodido y llevado del carajo… pero también existe otro factor que afecta duramente al enfermo: la actitud de los doctores.

Así como no todos los colombianos somos narcotraficantes o putas, no todos los médicos son malos, pero debo decir que hay muchos que rayan con lo absurdo en sus actuaciones. Sé que combatir al sistema es complicado, pero eso de ni que siquiera puedan verlo a los ojos a uno porque desde que se gradúan reciben el título de doctor en medicina y apoderado ungido de Yahvé es una cosa muy triste.

Porque vamos a analizar al médico promedio de cualquier parte. Es cierto que hay muchos que si estudiaron, que si pasaron y que si aprendieron todo lo que se debe saber de anatomía y farmacodinamia  (la palabra chusca del día), pero hay demasiados que pasaron a punta de aburrir al profesor de turno o de hacer tareas o mandados, gente (conozco a varios) que se tardaron el doble de lo que dura esa profesión para recibirse, porque amaban tanto las materias que cursaban, que las repetían varias veces.

Es que como Dios no puede estar en todos lados pues creó para la humanidad a seres descorazonados que poseen todos los conocimientos del creador y todopoderoso: los médicos, ellos son como los querubines de la cadena humana, son dioses humanados venidos con los más altos estándares de lo que debe saber el ser terreno, los demás solo somos simples bichos que pastamos en la ignorancia de no conocer términos como “la Fascia Lata” u otras delicias del argot “mediquense”.

Así pues, los médicos son seres de conocimiento pleno que han venido a salvarnos pero con malos ojos, con mirada arribista y con asistentes sádicos: las enfermeras (no hablaré de “enfermeros” porque me parece una contravención al oficio y al uniforme, las faldas no les quedan muy bien que digamos). En palabras de un muy buen amigo mío que es médico illuminati non plus ultra de todos los tiempos (aunque también trastabilló bastante en esa carrera) dijo una vez: “no pues, qué chimba, estudiar cinco años para ser la ‘queca’ del médico”, que conste que no lo dije yo sino un adalid del cuerpo médico colombiano.

No creo que sean tan “quecas”, pues eso de andar limpiando las porquerías de otro requiere de una paciencia y virtud descomunales, eso de andar detrás de los galenos corriéndoles para arriba y para abajo debe ser muy duro, eso de acostarse con ellos también debe ser complicado sobretodo por los horarios y el uso de las camillas, eso de insensibilizarse frente al dolor ajeno requiere de una virtud magnánima, y si no, imagínense, una enfermera que no arranque una cura con dolor, que busque con cariño una vena o que se apiade de una “parturienta” no le daría el toque de miseria que requiere un hospital. Por eso creo que las enfermeras cumplen un papel honroso en la anatomía del desastre hospitalario, ellas son la savia vital de la limpieza médica que se requiere, como un sistema linfático vestido de blanco y gorrito, el enema que todo cuerpo necesita.

Y hay que decir una cosa, cuanto más alto sea el título obtenido por el médico, mayor será el desprecio con el que te trate; y es obvio, yo también lo haría! Cómo voy a mezclarme con la chusma que no sabe como curar ni una gonorrea! Faltaba más, si cuando se gradúan ya tienen el ego más grande que poronga de afro descendiente, es evidente que después de varios años de internado resultan ser mejores que Jesucristo Superestrella; el ego no les da ni para voltearla a ver a una pobre (como persona). Por algo uno de esos cafres con bata me dijo una vez “para qué lees un libro mío, ni lo vas a entender”, como si se tratara de un códice antiguo escrito en arameo asmoneo (eso es de los esenios joven). Ese si es mucho XQ28 maldita sea!

Otra cosa, depende de la especialidad de cada uno para que le saquen a relucir todo su conocimiento: cuando son psiquiatras uno está chiflado, cuando son orto-pedistas uno está chueco, si es alergólogo uno está chandoso, si es cardiólogo uno es arrítmico, si es cirujano plástico a uno le falta plástico, si es fisiatra uno es amotriz, si es hematólogo uno es un sangrón, si es médico nuclear (o atómico, se dice atómico) lo quiere convertir a uno en el hombre nuclear, y así…

Aunque no todas veces lo miran mal a uno, porque cuando uno va con el dinero en la mano (plata en mano, culito en tierra) entonces si lo atienden a uno a las mil maravillas; mejor aún cuando uno va con medicina prepagada se abren de... abren bastante los ojos y lo atienden a uno como a un rey, porque como buenos amantes del dinero, también aman a todo prepago que llegue. Y eso que no voy a hablar de los negocios con las farmacéuticas o con "Mi Herbalife" porque me pegan.

Pero qué queda por hacer después de todo, bajarse los pantalones y rezar para que el semidios de turno se apiade de uno, le recete su buen ibuprofeno genérico y lo mande para la casa a hacerse lavados con agua y sal. No sé cuantas materias ven con el ibuprofeno pero les fascina, ya tiene uno que llegar con el ojo afuera o con la carótida reventada para que le formulen algo con más poder (un ibuprofeno Genfar).

Así que respetemos el Habeas Data de los “dotores”, nunca cuestionemos ninguna de sus recetas veterinarias ni tengamos una segunda opinión, mucho menos buscada en Wikipedia o esas fuentes ovejunas, simplemente agachemos la cabeza frente a estos titánicos seres iluminados y a sus huestes de troles vestidos de blanco y gorrito, pues ellos son la salvación de todos los decadentes humanos. Habemus doctore!

P.D.: Un abrazo grande para todos mis amigos médicos, los quiero mucho y los respeto más, pero a veces si deberían bajarse un poco, pero solo un poco, de la nube. Gracias por aguantar mis interminables consultas babosas.

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