Tuesday 19 February 2013

La empanada multilevel

"Antes era gorda y pobre, ahora solo soy pobre, qué emoción!"

En aquellos no tan lúgubres días de octubre del año pasado andaba un poco ocupado debido a mis compromisos psicolaborales (porque es una locura trabajar en lo que trabajo), pero más allá de todo ello, me pasó algo sumamente preocupante que me incitó, me obligó a escribir acerca de esta payasada que viene a continuación.

Resulta, pasa y acontece que mi trabajo es de todo menos gratificante en cualquier nivel: es cansón, pesado, monótono y con jefes idiotas (como la mayoría de jefes que he tenido): creen tener la razón en todo y se hacen los pendejos con sus propios errores, como dije la otra vez en Twitter: El trabajo es mucho peor que la escuela, te sientes más atrapado, las reglas son más estúpidas y los idiotas ahora son tus jefes porque saben lamer mejor el culo de los dueños (y eso que no utilizo el “soplar porongas” porque me tildan luego de grosero).

Pero ese es solo el abrebocas, es donde todo empieza; luego de tener que soportar a los idiotas en el trabajo, lo único que quiero hacer en mis pocos momentos de descanso es eso precisamente: descansar, dormir como “pata hinchada” (frase sabia que me enseñó una sabia mujer) y utilizar ese poco tiempo en el famoso “rasquinball”, para luego leer algo y volver a mi estado larvario.

Así que dicho eso, sucedió en este mundo que, por azares del destino, estaba buscando un nuevo proveedor de internet debido a ciertos desacuerdos con mi compañía habitual, por eso  le comenté a una amiga, quien, de manera desinteresada y muy amable (inserte aquí el lengüetazo), me recomendó una compañía que supuestamente es la mano de dios en internet: barata, rápida y confiable. Por ello me comuniqué con ellos y vaya sorpresa, son latinos también (estamos infiltrados en todos los niveles, latinos multiniveles) y me invitaron muy cordialmente a una reunión para hablarme de los beneficios del servicio que ellos ofrecen.

Hasta ahí, todo parece normal, viento en popa diríamos muchos, parte de normalidad. Al recogerme el señor para ir a la supuesta oficina ya empecé a notar algo extraño, algo sospechosamente familiar, pero quise dar un poco de crédito y confianza a este individuo. Pero al llegar al lugar de los hechos, mis dudas se despejaron: gente bien vestida (un sábado a las 9 am), todos con cara de optimismo o desconcierto y con discursitos motivadores a boca de jarro.

En ese momento solo grité para mis adentros “carajo, no otra vez!”… pero seguiré con el relato; al entrar por las puertas prístinas de una muy bien adornada sala rentada en un popular edificio empecé cada vez más a cerciorarme de que estaba entrando en la boca del lobo menos aventajado de la manada de los timadores, en la boca nunca satisfecha de una pendejada multinivel.

Porque ahora todo quiere ser multinivel y lo venden como la octava maravilla del mundo moderno: vender y trabajar cuando se te dé la gana, sin jefes y sin oficinas que te succionen la vida, sin horarios y con unas módicas metas y comisiones que llenar. Es una maravilla en crema número cuatro (que es para las quemaduras en el trasero) y te promete de manera cuasi milagrosa sacarte del trabajo en el que estés para ser un empresario con tan solo una pequeña cantidad de dinero y horas al día, mejor dicho, la panacea. Te ofrecen el oro y el moro para convencerte, te hablan del negocio del siglo, con casas, autos y hasta aviones que solo esperan que los compres con tus abultados ingresos cuentagotas pero rentables.

Te dicen que todo es posible y te llenan de estupideces optimistas todo el tiempo (hablaré más profundamente de ello en un artículo que vendrá después titulado “Autoayúdate que yo te autoayudaré”) que te meten el la clase 101 de lavado de cerebro para convencerte de que estás haciendo el negocio de tu vida, que es hora ya de cambiar tus conceptos y hacerte rico de la noche a la mañana, de ser tu propio jefe para poder insultarlo con confianza y sin delación.

Lo que muy convenientemente se les olvida decirte es que es no es otra pirámide, sino un trapecio en los que todos ganan un millón de veces más de lo que invirtieron (como en los Simpson), que es un muy buen negocio para el que lo inicia y que tiene a todos por debajo de él, que Amway y Herbalife tienen condicionados a todos sus usuarios/vendedores para creer que lo de ellos es lo mejor sin contar con pruebas y que todo no es más que otro cuento de culebrero empresarial disfrazado con traje y corbata.

Te tratan de llenar la cabeza de motivaciones absurdas para que trabajes para ellos pero se les olvida también decir que son solo parte más en el andamiaje de grandes empresas que salen de sus productos a través de ellas, que son solo la cara lavada del cooperativismo baboso que hace creer a todos que son una comunidad solo porque tienen que hacerlo y pagar cuantiosas sumas para asistir a simposios y seminarios de babas tibias.

Porque para aquellos que alguna vez han visto a “Los Simpsons”, los multiniveles utilizan muy bien el lavado de cerebro como los movimentarios “el líder es bueno, el líder es bello, no hay voluntad, olvídate de ello” y quieren que uno se trague ese cuento como un “desenfriolito” para la pobreza, o como un supositorio para la aspereza.

Así que en esas amargas horas de agonía y sufrimiento pude comprobar en su máxima expresión la relatividad de Einstein, viendo pasar lentamente el tiempo y lo peor, con sueño y desesperación total. Es que peor que una charla motivacional convencional de algún método Silva o algo por el estilo, es una charla de esas absurdas dimensiones pero en francés; algo así como una boñiga espolvoreada con azúcar refinada… sigue siendo una mierda y no por ello será una rosquilla de jalea.

Evidentemente tuve que hacer gala de toda mi diplomacia para escapar de semejante lugar del averno y enrumbarme nuevamente a mi vida de estoica apatía: dije que tenía otra reunión en donde íbamos a hablar de la forma con la que haremos desaparecer a todos los hijos del cooperativismo multinivel del demonio. Que íbamos finalmente a comprar granadas y bombas explosivas que se activen con los aplausos de focas entrenadas que palmotean después de cada discurso del exponente, con las risas fingidas los asistentes sin cerebro de esa organización del mal.

Para finalizar el cuento de la cripta del día de hoy solo debo decir que el multinivel es cosa de huevos, de muchos huevos… porque tengo que escuchar a un huevón diciéndome que soy un huevón para luego aplaudirlo como un huevón… es que hay que tener huevos para aguantar semejante “huevada” matizada levemente con el discurso ramplón de Paulo Coelho.

Al final, antes de escapar de ese lúgubre lugar de crecimiento idiota le contesté a mi interlocutor: Crecimiento interior, claro, a mi páncreas le hace falta un poco de estiramiento, pendejo!

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